sábado, 24 de diciembre de 2011

LA NIÑA DE MIS OJOS (2001)


Pobre de aquel
que aún mirando nada ve,
que aún sintiendo nada siente,
y aún entendiendo nada entiende
pobre, pobre de aquel...
Ay del poeta que está tan ciego
que ve su gloria y no a su pueblo,
ay de esa copla que es tan canalla
que solo suena si le pagan.
Ay de esa letra que es tan cobarde
un mensajero sin un mensaje,
ay del que canta: Cai de mi vida,
y le echa sal a tus heridas.
Ay del que planta en la guitarra
la punta de su frontera,
y el que esté libre de pecao
que tire la primera piedra.
Niégame el premio de tus labios,
castígame con tu silencio,
abre el cajón de los calvarios, ay, ay
pero no me quites tus besos.
Mi alma es la de un chiquillo,
sola en la oscuridad,
dando palos de ciego
sin saber a donde va.
Por ti hoy vuelve mi platillo
y se disfraza mi vergüenza,
por ti yo ando este camino
aunque pierda la cabeza,
por ti recojo mil pedazos,
por ti seré lo que tu quieras,
por ti habrá siempre un milagro
hasta el día que me muera.
Pobre de aquel
que aún mirando nada ve,
que aún sintiendo nada siente,
y aún entendiendo nada entiende
pobre, pobre de aquel...








Hay quien dice que canto
tan solo por dinero
que vivo a costa tuya
que es mentira que te quiero.

Han dicho tantas cosas 
que la rabia le ha podido al silencio.
Y voy a desahogarme 
aunque caiga en el intento.

Yo jamas he comprao un jurao
y mi ropa sucia la he lavao 
muy lejos de las malas marias
No pretendo ser pregonero
Ni mas mujer que la que yo quiero
si soy el mismo de toa la vida
llevo a mi Cai como bandera
y me lo juego con el que quiera

Si acaso me equivoqué 
en una guerra sin cuartel
la leccion bien que la e aprendio
que como reza el refran
si es de sabios rectificar
perdon pa un arrepentio

Reniego de cualquier medalla
de un busto en la caleta
Nunca seré Paco Alba
porque no soy un poeta

Yo no canto pa vivir
yo no pido en un popurrit
casa trabajo y comida

Honores no quiero por dios
Pues me basta mi tasita
aqui no a pasao na pero me tienen que mata
para irme de tu verita.






Me la encontré en la calle, 
yo la miré en silencio.
Su perfume de guerra 
profanó mis sentimientos.

Sus piernas me enseñaron 
los caminos que conducen a Roma.
La Virgen y el pecado 
eran la misma persona.

En sus pechos se le marcaban 
todas las manos de madrugrada
de los beatos de pacotilla.
Y en su pelo había hecho un nido l
as fantasías de los maridos
y la rutina de cada día.

Grabao a fuego en sus caderas:
"no soy de nadie y soy de cualquiera".
En sus labios y en su piel 
todo el asco de una mujer
que se abre como una rosa
Y en su cara ese dolor 
de vender en cada ocasión
su negra perla preciosa.

En su cintura esa desgracia 
que le bajaba hasta el vientre
de ensuciarse en una cama 
pa poder comer caliente.

De pronto alguien se acercó, 
no era más que otro comprador
que precisaba consuelo.
De nuevo se dio por amor 
arrastando sus cadenas.

En la calle la dejé 
pero esa noche yo recé
por María Magdalena 






El norte es un gran ruedo
que siempre abre a las 5
ETA son los toreros
y nosotros los toritos
con sus trajes de luces
nos reciben los vascos sin clemencia
resuenan los clarines
que viva la independencia
con las primeras banderillas
la democracia nos la acribillan
se palpa el odio en los burlaeros 
y sin pausa los picaores
nacionalistas con dos cojones
unden la puya y nos meten miedo
pañuelos blancos del presidente 
en el albero ya huele a muerte
con un pase natural 
nos torean la libertad 
y al pais le ponen dos cuernos 
y es tan grande la afición 
que hay chavales que pierden to
por dar una vuelta al ruedo
capote abajo estoque al frente
que San Fermín lo proteja 
entra a matar el valiente 
piden rabo y dos orejas
ha caido el animal 
lo terminan de rematar 
y el respetable aplaudiendo
en la arena un español
empapaito de sangre
hoy es fiesta nacional
y el asesino sale ya
a hombros por la puerta grande.




Cuando recibas, madre, 
esta maldita carta, 
piensa en esa chiquilla, 
que se fue un día de casa, 

Dentro de mi cintura, 
en silencio, un secreto florece, 
la sangre de mi sangre, 
va amaneciendo en mi vientre. 

Con la excusa de darme un beso, 
puso su cuerpo sobre mi cuerpo, 
cuando cumplí nueve primaveras, 
muchas noches mientras dormía, 
entre mis sábanas se escondía 
y galopaba con mi melena, 
yo le pedía que me dejara 
porque mis gritos me los violaba. 

Cómo te iba yo a decir 
que papá me hacía sufrir 
cuándo las estrellas salían, 
cómo te iba yo a contar 
que bebió de mi manantial 
el hombre que tu querías.

A la verita de tu cuarto, 
con sus muñecas jugaba 
y yo me tragaba mi llanto 
buscándote en mi almohada. 

Jamás tendrá mi perdón, 
quien la infancia me reventó, 
quien abusó de mis sueños. 

Un niño pronto nacerá 
del dolor de mi vergüenza. 

Madre, acuérdate de mi, 
sin más se despide de ti 
la pobre de Cenicienta 






¡Ah! De estos muros de piedra. 
¡Ah! De este inmenso castillo. 
Un ciego llama a tu puerta, 
un ciego sin lazarillo. 
Pues amarte y descubrirte 
él mismo se ha prometío 
y aunque le faltan luceros 
le sobran otros cuatros sentíos. 
Ya hablan las torres, ya las presiento, 
por fin en Cádiz me llevan sus vientos. 
Lalalala ¡Ahhh! ¡Ahhh! Lalalala ¡Ahhh! ¡Ahhh! 
¡Ah! De este inmenso castillo. 
¡Ah! De estos muros de piedra. 
Un ciego sin lazarillo 
ya está cruzando tu puerta. 

Eché a andar mu despacito 
y me acordé del consejito, 
que me diera mi maestro: 
"Todo aquí es literatura, 
cada paso una aventura, 
cada esquina un libro abierto". 
Un perfume me ha atrapao. 
Una mujer, ¡Tropecé!, ¡Cuidao!, 
¡Ole los cuerpos bonitos! 
Al timón: Brisa y Marea. 
Velas en las azoteas, 
soy grumete de un barquito. 
San Francisco, San Antonio, 
libertad pa los demonios, 
convento de las palomas. 
Pa dónde quiera que vaya, 
siempre asoma una muralla, 
una playa siempre asoma. 
¿Qué me importa mi negrura, 
si con mis manos yo te invento? 
Los colores más bonitos, los pintan los cieguecitos, 
¡Qué razón tenía el maestro! 
¿Qué me importa mi negrura, 
si me voy a bautizar, con la sal bendita y pura 
de la ermita del mar? 

He cerrao los ojos, 
hay un camino, 
una brisa que juega en mis oídos. 
Mojarritas que viven cómo las reinas. 
El agüita que es agua y luego arena. 
Si es el Sur quién te mueve, hueles a roca. 
Burgaillos y algas, si el Norte sopla. 
He cerrao los ojos, 
hay siete mares 
que van de la bahía hasta Puntales. 
¡Ah! Mi corazón contigo se quea, 
ahí te lo mando con la marea. 
¡Ah! En cuanto enciendas tu plata fina, 
¡Ay amor mío!, Iré enseguida. 

Del mar venía un compás 
que me llevó a la Plaza las Flores, 
un pueblo entero era un cantar 
y no cabían sus trovadores. 
Señores, por compasión, 
dejen pasar a este pobre ciego, 
y de la mano alguien me cogió: 
"Faltaba más, pase usted, por Dios, 
¡Qué disfraz más Güeno!" 
¡Cómo temblaba mi cuerpo 
cuando escuché mi primer tanguillo! 
Yo que nunca había llorao, 
lloré ese día como un chiquillo. 
En cada esquinita, peregrinos cantando, 
borrachitos de coplas, 
mis propias penas fui enterrando 
y La Tacita besó mis labios. 
Le regalé piropillos hasta que salió la luna lunera 
que esa noche, se había puesto, 
un traje blanco de piconera. 
Luego vino el silencio a la Plaza las Flores 
y se fueron los tangos a cantar nanitas tras los balcones. 

Balcones. 
¡Ay! ¡Ay! ¡Ay! 
Balcones. 
Por dentro guardan las vidas, 
por fuera macetas de colores. 
Torreones. 
Con persianas pa que sólo entre el aire, 
y lo que sepan sus cierres, 
no lo propague la calle. 
Faroles. 
Ventanas de marineros. 
la mansión del pobrecito, 
la cueva del pobre rico, 
escondite del coplero. 
Amores. 
Debajito de sus faldas. 
Los inviernos, los veranos. 
Penitentes y guitarras: Las cruces del gaditano. 
Balcones. 
¡Qué gran tesoro tenéis, ladrones! 
Mi pregón es cómo un grito, 
que no darían mis ojitos 
por ver lo que ven tus balcones. 

La última estrella ha salío, 
casi se ha dormío, mi reina bonita. 
A los pies de su cama 
dice: "Hasta mañana", 
su orilla infinita. 
Cómo un pez en las redes, 
por ella se muere una bola de fuego, 
repican las campanas al son de mi nana, 
la nana del ciego. 
Ro, mi niña, ro. Que Dios te guarde. 
Ro, mi niña, ro. Que se hace tarde. 
Nunca te veré, Cai de mi vía, 
no hay tristeza, no hay, como la mía. 
Levante, Poniente, dejadme que llore mi suerte. 
Habladle bajito, que está soñando con los angelitos. 
Guardianes del cielo, 
pintad estrellas que curen sus miedos. 
Mi niña se duerme 
y yo maldigo y maldigo ¡MI SUERTE!

No hay comentarios:

Publicar un comentario